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El síndrome Pigmalión

La importancia de las expectativas del profesor

Un día de 1968 llegaron a clase dos científicos de mucha reputación que, sin mediar palabra, le dijeron al profesor: «Mire usted, la mitad de los alumnos del aula, estos que se encuentran agrupados en la parte de la izquierda, tienen el cociente intelectual más alto. Por tanto, serán quienes mejores resultados obtendrán al finalizar el curso».

Ocho meses después, la pareja regresó al colegio para comprobar los resultados. Su pronóstico se había cumplido. Sin embargo, desvelaron un dato que conmovió al profesor. Los niños habían sido seleccionados al azar, y el recurso del cociente intelectual era una quimera.

Este estudio fue obra de Robert Rosenthal y Leonore Jacobson, un profesor de psicología y una directora de colegio, que alertaron al mundo educativo sobre la importancia de las expectativas en el aprendizaje, y en definitiva sobre el problema de las etiquetas en el aula. El estudio formaba parte del denominado efecto o síndrome Pigmalión.

El síndrome Pigmalión

De manera muy resumida, el síndrome o efecto Pigmalión es un proceso que pone de manifiesto la importancia que tienen las expectativas de una persona respecto a otra, de tal forma que su potencial de influencia determina su rendimiento.

Se desarrolla dentro del marco de las investigaciones de la psicología sobre profecías autocumplidas, y debe su nombre al mito griego de Pigmalión, un escultor que se enamoró de su propia escultura, la cual terminó cobrando vida. Y no solo interesa a los campos de la pedagogía o la psicología, sino que también es de especial interés para el ámbito económico, laboral o familiar. Pero atendamos a este fenómeno desde el ámbito de la educación.

La importancia de las expectativas del profesor

El estudio Rosenthal y Jacobson mostró cómo las expectativas del profesor determinaron su conducta y posición frente a los dos grupos, que obtuvieron resultados diferentes en función de lo que el profesor esperaba de ellos. Y puso de manifiesto la importancia que ejerce el papel del profesor en los resultados de los niños y las niñas, así como el valor de las expectativas que este proyecta sobre sus alumnos.

Esta idea no es nueva, pero hoy en día recobra fuerza a través de la neurociencia y su teoría de la plasticidad cerebral, la cual sostiene que siempre hay posibilidad de aprendizaje, una premisa totalmente en contra de las etiquetas en las aulas.

En el caso de Rosenthal y Jacobson el profesor depositó tantas expectativas en los alumnos de cociente alto que estos terminaron sacando los mejores resultados, incluso cuando se demostró que esos niños no cumplían tales requisitos. Unos mejoraron, otros no, y todo en función de las expectativas del profesor, independientemente de las capacidades de los alumnos.

El síndrome Pigmalión también puede tener efectos negativos. Que un docente tire la toalla es quizá el ejemplo más claro.  Anna Carballo, psicóloga y doctora en neurología, es una de las científicas partidarias de exportar la teoría de la plasticidad cerebral a las aulas. «Si un profesor tira la toalla porque piensa que con un niño ya no se puede hacer nada más, lo mejor que le puede ocurrir a ese niño es cambiar de profesor, encontrar otro que no esté contaminado por esa etiqueta", explica.

 

Fuente:

- R. Rosenthal y L. Jacobson, Pygmalion en la escuela. Expectativas del maestro y desarrollo intelectual del alumno. Madrid: Ediciones Marova, 1980.

 

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