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Lama Thubten Wangchen, la guerra de Ucrania no es culpa de ningún Dios

Familias y escuelas son responsables de educar en la paz a las generaciones futuras

Hoy se celebra el año nuevo tibetano, (LOSAR), el pueblo tibetano lleva 73 años de celebración en el exilio, compartimos una entrevista con el lama Thubten Wangchen, un monje budista, fundador y director de la Casa del Tibet en Barcelona, representante de  Tibet en España y en Europa como miembro del Parlamento Tibetano en el Exilio. Thubten nació en el Tibet y tuvo que inmigrar a Katmandú, atravesando el Himalaya, tras la invasión de China en octubre de 1950. Su madre murió en un campo de trabajo chino cuando él tenía 4 años. Fue uno de tantos miles de niños tibetanos que vivió en la calle de la India, donde mendigó para sobrevivir, hasta que el gobierno indio lo rescató y le reconoció como exiliado, permitiendo formarse en su cultura.  A los dieciséis años ingresó por primera vez en un monasterio budista, atraído por la espiritualidad de su religión, vivió once años en el Monasterio Namgyal, con el Dalai Lama, Tenzin Gyatso. 

La educación para la paz es uno de los mayores retos a los que toda sociedad se enfrenta. Guerras, disputas entre comunidades, genocidios, discriminación, injusticias… son problemas que perturban la paz mundial del planeta. Aunque parezca que estas son cuestiones ajenas a nosotros, en realidad la Tierra la habitamos la especie humana junto con otros seres vivos, y todos estos conflictos «no son creados por ningún Dios, sino por los propios humanos». Esta es la afirmación rotunda que hace el lama Thubten Wangchen, discípulo del Dalái Lama y director de la Fundación Casa del Tíbet de Barcelona, al ser preguntado sobre cómo educar en la paz. Ser conscientes de nuestra responsabilidad y asumirla es el primer paso para una generación más pacífica.

Educar la mente es esencial para una vida equilibrada

“Las personas tenemos mucho potencial para construir algo positivo”

Para el lama Thubten la prioridad está en «enseñar a vivir con equilibrio entre lo externo y lo interno», para lo cual considera fundamental «educar la mente en valores, porque las personas tenemos mucho potencial para construir algo positivo». Cultivar la espiritualidad es esencial para lograrlo, sin embargo «hoy en día está infravalorada, ya que siempre se la asocia a la religión, pero esto va más allá de cualquier religión», enfatiza.

Nuestra filosofía debe educarnos para ser mejores personas

La filosofía que aconseja adoptar es aquella que promueve un pensamiento y comportamiento éticos, que tenga como ejes la educación en valores, en la responsabilidad emocional y moral, y que nos eduque para ser mejores personas, para saber vivir bien con nosotros mismos, y sobre todo para aprender a dejar al resto vivir dignamente.

Familias y docentes son responsables de educar en la paz

“Los niños necesitan recibir educación para la paz en todos los entornos”

Si bien la escuela se perfila como uno de los espacios principales para educar en la paz, de esta misión son responsables tanto familias como docentes, pues como asegura el lama Thubten, «los niños necesitan recibir esta educación en todos los entornos». La base está en enseñar a ser «buenas personas, con buen corazón, amables y contentas».

Vídeo entrevista completa del Lama Thubten Wangchen realizada por INÈDIT AGENCIA

Un ambiente familiar y escolar de paz educa a los niños para convertirse en adultos pacíficos

El ambiente familiar y escolar es otra de las variables que hay que tener en cuenta en este proceso educativo hacia la paz interna y externa: según señala el lama, «los niños son muy frágiles, son como un molde, así que si el ambiente es feliz los niños reciben un mensaje de unidad familiar y salen contentos; pero si el ambiente es tenso, con discusiones y gritos, luego se convierten en adultos violentos, desagradables y descontentos». Predicar con el ejemplo es la clave para transmitir calma y alegría a los niños tanto en casa como en el colegio, y para hacer de ellos adultos pacíficos.

Materialismo, competitividad insana e insatisfacción son virus que perturban nuestra paz

A pesar de ello, en nuestras sociedades están presentes una serie de enfermedades que hacen aún más compleja la tarea de educar para la paz. Una de ellas según el lama es el materialismo imperante, que hace que los niños se apeguen a objetos buscando la satisfacción y la felicidad en cosas externas, mientras dejan de lado el cuidado de su interior que es de donde viene la paz de cada uno de nosotros. «Los jóvenes hoy en día tienen muchas cosas, pero no valoran ni agradecen nada», lamenta.

A todo esto se suma la competitividad entre las propias personas, que se incentiva desde las redes sociales, hogar de muchos adolescentes en la actualidad, y desde el propio sistema (incluso el educativo), en el que hay una comparación constante del rendimiento, del nivel de vida, de la forma de vestir, y de otras más cosas que provocan que se produzca un desajuste en el balance emocional entre lo externo y lo interno. Esta insatisfacción se traduce en «querer cada vez más y más, lo que hace que se pierda la paz interior»; una patología que se ve agravada además con la inmediatez a la que se nos tiene malacostumbrados.

Según el lama, «el sufrimiento mental que provoca esta insatisfacción es mucho más difícil de aguantar que la infelicidad que provoca la escasez material», lo que hace que proliferen hoy en día los trastornos psicosociales. Y es que la felicidad es algo totalmente ligado a nuestro interior. Como bien ha señalado el lama, «ninguna fábrica puede fabricar pases hacia la felicidad», así que solo en nuestra mano está equilibrar nuestro balance externo e interno y el de las próximas generaciones, para que nuestro mundo en el futuro sea pacífico.

Para ello, tres son los ingredientes clave en opinión del lama: «tener esperanza, ánimo para hacer cosas, y vivir con satisfacción».

Fuente: 

Inèdit agencia

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