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La IA puede ayudarnos o confundirnos: la clave es la educación

Expertos aseguran que IA y educación mediática deben ir de la mano para combatir la desinformación

El auge de la inteligencia artificial (IA) y su irrupción en el ámbito de la comunicación digital plantean un reto crucial para la sociedad contemporánea: ¿cómo diferenciar la información veraz de la manipulación sutil en un ecosistema en el que el algoritmo y la máquina tienen un papel predominante? El concepto de desinformación se ha ido transformando, pasando de errores humanos a diseños programados con sesgos que, bajo la capa de información aparentemente neutra, tienen intereses económicos e ideológicos.

El pasado jueves 24 de octubre, día de las Bibliotecas, la Biblioteca Montserrat Abelló de Barcelona acogió la jornada «Desinformación e Inteligencia Artificial», organizada por la Plataforma para la Educación Mediática (PEM) y el Consell de l'Audiovisual de Catalunya (CAC). Este evento marca el inicio de la Semana de la Alfabetización Mediática Informacional de la UNESCO, que se extenderá hasta el 31 de octubre con actividades que ponen el acento en la formación de ciudadanos críticos en el entorno digital.

El peligro de los algoritmos

Actualmente, las redes sociales se han convertido en espacios donde los algoritmos trabajan para retener la atención de los usuarios el máximo tiempo posible, promoviendo contenidos que, a menudo, sirven a intereses comerciales e ideológicos. En este sentido, los algoritmos no solo no son neutrales, sino que actúan con sesgos que podrían acabar limitando nuestra visión del mundo. Así lo explica Roger Cuartielles, de la plataforma Learn to Check, destacando que «hay que ser conscientes de que la inteligencia artificial no es neutra» y que es necesario fomentar una perspectiva crítica en los usuarios.

La IA generativa —como el famoso ChatGPT— es una tecnología potente, pero no infalible. La capacidad de estos modelos de crear textos o imágenes con una apariencia de credibilidad provoca que muchos usuarios se fíen de la primera respuesta que obtienen, sin contrastar fuentes ni verificar la información. Esta falta de conciencia crítica puede llevar a un peligroso consumo acrítico de información que, a la larga, puede desinformar más que informar.

Las nuevas generaciones, a pesar de haber crecido en un entorno digital, están especialmente expuestas a la desinformación. Según la encuesta anual del Instituto Reuters sobre Hábitos de Información, realizada en 46 países, un porcentaje significativo de jóvenes europeos consumen noticias principalmente por medio de redes sociales como TikTok e Instagram, donde los algoritmos determinan el contenido al que tienen acceso.

El rol de la alfabetización mediática

El último informe del Observatorio Europeo del Audiovisual, titulado «Media Literacy and the Empowerment of Users», pone de manifiesto que la falta de competencias en alfabetización mediática es una de las grandes barreras para una ciudadanía informada y crítica, especialmente en el contexto digital actual. Esta situación, según Laura Pinyol, presidenta de la Plataforma para la Educación Mediática, pone de relieve la necesidad urgente de integrar la educación mediática en los sistemas educativos, ya que, como explica, ahora los esfuerzos dependen en gran medida de «profesores muy abnegados que hacen de su labor docente un eje en todo este ámbito».

Con la alfabetización mediática no solo se trata de consumir de manera crítica la información, sino también de entender cómo funcionan los mecanismos de creación y difusión de esta información. Iniciativas como el proyecto Learn to Check promueven talleres donde se dota a los jóvenes de herramientas para analizar fuentes, contrastar datos e identificar contenido sospechoso. Este tipo de formación es clave porque, como señala Cuartielles, los jóvenes tienen una gran capacidad instrumental, pero a menudo les falta la vertiente crítica.

Democratizar la IA: un uso al servicio de la sociedad

Si bien las tecnologías como la IA tienen un potencial impresionante, es esencial que se desarrollen con objetivos sociales claros. Cristina Pulido, profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, sostiene que el debate sobre la IA no puede olvidar su impacto en la democracia. «Es importante democratizar la IA para que esté al servicio de los objetivos sociales, como el desarrollo sostenible o la salud pública», afirma Pulido, quien defiende la necesidad de una IA transparente que no esté dominada por grandes corporaciones.

En países como Finlandia, la alfabetización mediática es una prioridad nacional. El gobierno finlandés introdujo un programa de alfabetización digital y de lucha contra la desinformación como respuesta a las campañas de fake news. El objetivo es claro: formar ciudadanos capaces de detectar y combatir la manipulación informativa. Esta iniciativa, que ha sido reconocida mundialmente, destaca por incluir desde edades tempranas conocimientos sobre el funcionamiento de los medios y la necesidad de verificar la información.

La cultura de la duda y la verificación

La alfabetización mediática en la sociedad digital implica fomentar una cultura de la duda y del contraste. Como apunta Laura Pinyol, la duda constante es una de las herramientas más potentes para evitar la manipulación informativa. Esto implica entender que no todo lo que vemos o leemos es cierto y que es necesario buscar otras perspectivas antes de formarse una opinión.

Un ejemplo de esta cultura de la duda es el «Método Pantera» de Learn to Check, que resume los pasos necesarios para verificar una información: analizar el origen, contrastar la información con otras fuentes, utilizar herramientas de fact-checking como Fact-checking Explorer y fomentar una conciencia crítica en cada paso. Es una forma de empoderar a los ciudadanos en un mundo en el que el acceso a la información es casi ilimitado.

En un contexto en el que la IA y los algoritmos definen cada vez más nuestro acceso a la información, la sociedad tiene la responsabilidad compartida de formarse en educación mediática para poder actuar como ciudadanos críticos. Tal como subraya Pinyol, más allá de la tecnología, hay que poner el foco en la responsabilidad individual de dudar y contrastar para construir una sociedad más informada y menos vulnerable a la desinformación.

La democratización de la IA, la formación crítica de los jóvenes y la cultura del contraste son solo algunos de los pasos para avanzar hacia un futuro donde la información, lejos de ser un arma, sea un derecho protegido y fundamental.

Fuente: Inèdit Agencia.

 

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