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¿Reinventar la democracia o defenderla?

Fernández Savater insta a repensar el sistema ante el auge extremista

¿Es la democracia un sistema que hay que defender o un proyecto que hay que reinventar? ¿Cuáles son sus debilidades ante el auge de la extrema derecha? ¿Y qué papel juegan las nuevas generaciones en todo esto?

En Inèdit entrevistamos al filósofo Amador Fernández Savater, quien participó en la Bienal de Pensamiento en Barcelona, que se celebró del 8 al 13 de octubre en la ciudad condal.

Pregunta: ¿Debemos defender la democracia hoy en día?

Respuesta: Me parece que estamos en una situación trampa. Por un lado, sí, hay que defender la democracia frente a olas reaccionarias que pretenden agravar una situación ya precaria e insostenible. Sin embargo, el problema surge cuando defender la democracia significa alinearse con estructuras que impiden el cambio y generan malestar, lo que alimenta esas mismas fuerzas reaccionarias. Si entendemos la democracia como algo que ya está construido y que hay que proteger frente a un mal exterior, tenemos un mapa mental equivocado. La democracia es algo por hacer, por construir, algo que debe expandirse en la responsabilidad y la decisión ciudadana sobre todos los ámbitos de la vida. Si nos limitamos a una posición defensiva, estamos en una situación perdedora. La democracia debe ser un proyecto en constante construcción, un espacio de conflicto, organización y participación colectiva.

P.: ¿Cómo podemos superar la sensación de estancamiento que impera a nivel social?

R.: Realmente, no sé si el pensamiento puede ofrecer una receta acerca de cómo hacerlo, pero sí creo que debemos pensar en el problema que impide que las energías sociales, el deseo y la acción cobren autonomía con respecto al mundo en el que vivimos. Es fundamental separar lo que podríamos llamar la energía del deseo de su captura por la vida como mercado. Mientras esa energía esté depositada en el mercado, en sus promesas de éxito y sus tecnologías, no habrá espacio para valorar otras cosas, como el vínculo social o el cuidado del mundo. Creo que el verdadero desafío tiene que ver con liberar el deseo de esa captura mercantil.

P. : ¿Por qué parece que los discursos de extrema derecha repercuten más en la juventud actualmente?

R.: Es difícil generalizar sobre los jóvenes, pero es cierto que existe cierta vibración o resonancia entre algunos sectores juveniles y las extremas derechas. He observado en mis clases que, para algunos adolescentes, lo que consideran provocador o transgresor ha cambiado. Recuerdo un episodio en el que unos alumnos me recibieron cantando el «Cara al sol». Para ellos, esto era una forma de provocar frente a lo que ven como el statu quo progresista. En mi época, la transgresión se expresaba por medio de movimientos como el punk, pero hoy parece desplazarse hacia símbolos y gestos asociados a la extrema derecha. La pregunta que debemos hacernos es: ¿qué significa esta transgresión capturada por esos discursos? ¿Cómo debemos interpretarla y, más aún, cómo podemos responder a ella?

Fuente: Inèdit Agència.

 

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