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Mutismo selectivo infantil: desafío educativo y familiar

El papel de los educadores frente a la ausencia de habla en los niños

El mutismo es el silencio voluntario o impuesto que tiene una persona o un grupo en un momento determinado. Y en concreto, el mutismo selectivo es un trastorno poco frecuente dentro de la psiquiatría infantil. Según estudios internacionales, en niños entre 4 y 7 años, la prevalencia del mismo oscila entre el 0,7 y el 2 %, teniendo una mayor incidencia en mujeres que en hombres. En la actualidad, la película irlandesa The Quiet Girl se acerca a esta desconocida afección.

Dos enfoques acerca de un mismo trastorno

El término mutismo procede de la palabra latina mutus, cuyo significado hace referencia a la mudez. En los menores, las causas de estos silencios son muy diversas. Algunas se activan voluntariamente, mientras otras son consecuencia de una situación que escapa a su control. Por ello es importante acercarnos a esta afección desde dos perspectivas: la psicológica y la neurológica.

El mutismo necesita ser analizado desde dos perspectivas: la psicológica y la neurológica 

El mutismo desde la visión psicológica se suele vincular con el estupor, un estado que conlleva la disminución significativa de las funciones mentales y físicas, y deriva en una incapacidad de respuesta a los estímulos. De hecho, estos últimos son fundamentales en los primeros años de vida. Cada uno de ellos, sea sensitivo, motor o cognitivo, es imprescindible para un adecuado desarrollo de las funciones corporales. El mutismo en edades infantiles sesga el crecimiento natural.

No obstante, también es conveniente abordar la cuestión dentro de un prisma neurológico. En estos casos, la ausencia de la expresión verbal puede deberse a traumatismos cerebrales, cirugías, síndromes epilépticos u otros múltiples factores.

La aparición del habla tiene su ritmo en cada niño

El acto de caminar no es muy diferente al de hablar. En ambos, cada niño tiene su propio ritmo. A los quince meses aproximadamente llegan las primeras palabras, las cuales se asocian a cosas y luego más tarde a ideas o significados más complejos. De ahí que el retraso en el lenguaje pueda deberse a una situación de poca madurez en las habilidades motoras del habla, como por ejemplo el tartamudeo, los problemas con la fonética y la mala pronunciación de ciertas palabras. Sin embargo, el mutismo de origen selectivo o electivo procede de trastornos psiquiátricos, y es el colegio el lugar donde más se produce.

El mutismo selectivo procede de trastornos psiquiátricos, y es en el colegio donde más se produce

Pongamos por caso esta afección como consecuencia directa de la timidez excesiva, dando lugar en la mayoría de los casos al aislamiento social. Un niño procedente de una familia sobreprotectora, con una preocupación casi constante hacia él, puede desencadenar un mutismo al llegar a la escuela. En el entorno familiar con toda probabilidad ha recibido poca estimulación para desarrollar el habla. Pero eso no es todo, ya que también pueden entrar otros factores muy a tener en cuenta: traumas, problemas familiares e incluso situaciones de bilingüismo.

¿Cómo detectar las causas del mutismo selectivo?

La organización sin ánimo de lucro Child Mind Institute ha preparado una guía para maestros que ayuda de forma significativa a la hora de enfrentarse a alumnos con esta afección. La guía, que se puede consultar en el siguiente enlace, realiza un pormenorizado análisis de las numerosas variables que se producen.

Por regla general, los educadores deben estar atentos a ciertas actitudes propias del mutismo selectivo. Los niños no solo dejan de hablar, sino que también parecen estar «apagados», como paralizados por el miedo. La falta de habla les hace comunicarse mediante gestos, expresiones faciales o asintiendo con la cabeza. En este contexto es cuando surge una variable muy habitual, en la que los menores hablan con sus compañeros, pero no con su profesor. Esta situación suele extenderse al hogar, donde los niños incluso dejan de hablar con los padres.

The Quiet Girl (2022), dirigida por Colm Bairéad, describe de forma poética el mutismo de una niña de 9 años narrado en primera persona.

Si se ha producido un cambio de residencia, y por tanto de escuela, no es extraño que los niños no hablen durante las primeras semanas. Pero si persisten más allá de un mes, ya sería razón suficiente como para empezar a preocuparse.

Desde Child Mind Institute plantean un análisis de los siguientes elementos con el fin de evaluar correctamente este trastorno:

  • Historia evolutiva del niño, incluido el embarazo, hasta la actualidad.
  • Valoración del nivel cognitivo.
  • Análisis de los factores de conducta y emocionales.
  • Factores relacionados con la personalidad y la adaptación.
  • Observación de sus habilidades sociales.
  • Valoración del lenguaje y de las capacidades comunicativas.
  • Evaluación de las siguientes variables: familiares, estilos educativos, comunicación familiar…

El papel de los educadores frente al mutismo debería ser el mismo que el de la familia, pero con matices. En el colegio no todo pasa por las manos del profesor, también se necesita la colaboración estrecha de los compañeros. En especial, hay que evitar la crítica, y sobre todo dejar de juzgar o de poner etiquetas a los niños con este tipo de conductas; bajo ningún concepto se debe permitir que se ridiculize la falta de habla.

La socialización del niño se promueve mediante la relación con los demás. De esta manera, se evita que aumente la ansiedad y se dinamite la autoestima. Hay que dar una oportunidad al valor de la comunicación, siendo la interacción con el entorno algo fundamental. Y nunca presionar, para que el habla vaya regresando de forma progresiva.

The Quiet Girl: la infancia rota

El director irlandés Colm Bairéad nos presenta The Quiet Girl, un impecable drama protagonizado por una niña de nueve años con graves problemas de comunicación. Cáit está desatendida por parte de su familia, pobre, disfuncional y demasiado numerosa. Con el comienzo del verano, y ante la inminente llegada de un nuevo hijo, la niña es enviada a vivir con unos parientes lejanos. Poco a poco, y gracias a los cuidados de su nueva familia, realizará notables progresos en lo concerniente a la comunicación y las emociones.

The Quiet Girl no se centra en el mutismo, pero sí en el contexto que lo produce

Este filme no se centra en el mutismo, pero sí en el contexto que lo produce. Asimismo, el cineasta aborda el reto de desarrollar la narración desde la experiencia de la niña protagonista. Tanto la trama como la ubicación son lugares pequeños. Sin embargo, Bairéad encuentra en lo sencillo, y sobre todo en los silencios, algo realmente profundo. Existe una contención en el personaje de Cáit, y eso afecta al ritmo y estilo de la narración. La misma contención emocional que experimentan esos niños que un buen día deciden dejar de hablar.

En este enlace encontraréis el tráiler de la película.

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