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Novatadas, una tradición cuestionada

Residencias universitarias prohíben esas prácticas

Establecer límites entre lo que resulta gracioso o lo que es molesto no siempre es fácil. En esta ocasión no se trata de determinar si un chiste es malo o bueno sino de que algunas actividades que se relacionan con la celebración por ser universitario de primer año cruzan los límites de lo simpático y divertido.

La llegada a la universidad es un inicio de una etapa de madurez: supone autonomía respecto al núcleo familiar pero también la necesidad de la sensación de pertenencia a un grupo, y los apenas 17 o 18 años que suelen tener los estudiantes de primer año de grado los hace vulnerables frente a los compañeros de estudios curtidos que ya pasaron por ese ritual; ahora son ellos lo que marcan territorio y distancia con los novatos.

Las formas sí importan

No debería de estar prohibida la celebración por llegar a la universidad pero resulta que sí importan las formas de celebración. Existen tradiciones que realmente ofrecen la oportunidad al estudiante recién llegado de conocer a otros compañeros y compañeras, en las que las actividades son lúdicas, deportivas e integradoras para todos sus participantes. Pero se han popularizado las prácticas abusivas en las que acciones como forzar a beber alcohol hasta provocar vómito, empujar o abofetear a los novatos por parte de los alumnos veteranos se han normalizado y ya son parte del ritual de bienvenida.

De la broma al delito

El pleno del Senado aprobó, en el año 2014, una moción a la que se unieron más de 125 colegios mayores y residencias universitarias por la que se instaba al gobierno a adoptar medidas contra las novatadas. La divulgación de la posibilidad de denunciar estos comportamientos vejatorios empezó gracias al trabajo de  la asociación No más novatadas, que facilita la denuncia de estas conductas así como otras actitudes de acoso entre universitarios.

Algunos grupos de estudiantes veteranos de universidades convocan a los novatos en espacios alejados de la propia universidad como polígonos industriales o playas donde se les invita a realizar pruebas llamadas «de bautismo». En 2013, seis  alumnos de una universidad de Portugal fallecieron ahogados en el mar al ser obligados a permanecer bajo el agua como prueba de iniciación ante la vigilancia impasible de sus compañeros veteranos. Desde entonces, todas las residencias universitarias han prohibido totalmente cualquier práctica de «novatadas».

Las residencias universitarias prohíben las novatadas

Los rectores de muchas universidades hacen llamamientos a los estudiantes cada inicio de curso para que no se realicen novatadas vejatorias y recuerdan que están prohibidas, pero resulta difícil controlar las actividades de los alumnos fuera de los campus. Las residencias estudiantiles son entornos más protegidos y controlados donde un comportamiento inadecuado puede suponer la expulsión y el pago de multas económicas.

«Las normas de comportamiento son irrenunciables en un espacio de convivencia formado por una comunidad de 320 personas donde alumnos de grado, máster y posgrado junto a algunos profesores comparten espacio», nos indica el director de la Residencia Universitaria Sarriá, una de las residencias de referencia de la ciudad condal situada en el carismático barrio de Sarriá. Todo empieza con un proceso de selección de los candidatos a residentes y un estudio del perfil personal y familiar de cada aspirante por el departamento de admisiones. El candidato o candidata es entrevistado en persona en varias ocasiones y si es aceptado debe depositar 2.000 euros en concepto de fianza que se le devuelve al finalizar su estancia. «La filosofía de nuestra residencia se centra en fomentar la excelencia académica  y un alto rendimiento en los estudios, por lo que nuestro nivel de exigencia es máximo en lo que a comportamiento y actitud del residente se refiere».

Las novatadas son una bienvenida a los estudiantes que ya no hace gracia, y para las familias de los estudiantes de primer curso que tienen que residir fuera del hogar puede ser un factor a tener en cuenta cuando se decide si residir en un piso de estudiantes en Barcelona o bien en una residencia universitaria donde hay más control e imperan las normas de convivencia. 

 

Foto: derechos de uso editorial, La Crónica de Badajoz

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